Derivas: De la espera a la esperanza
La deriva no es solo un movimiento sin rumbo, es un estado de tránsito, de desplazamiento, de incertidumbre. En el mar, una embarcación que deriva está a merced del viento y las corrientes. En la vida, quienes derivan navegan entre territorios inciertos, entre lo que dejan atrás y lo que aún no encu...
- Autores:
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Henao Navarro, Santiago
- Tipo de recurso:
- Trabajo de grado de pregrado
- Fecha de publicación:
- 2025
- Institución:
- Universidad de los Andes
- Repositorio:
- Séneca: repositorio Uniandes
- Idioma:
- spa
- OAI Identifier:
- oai:repositorio.uniandes.edu.co:1992/76256
- Acceso en línea:
- https://hdl.handle.net/1992/76256
- Palabra clave:
- Diseño
Migración
Espera
Deportación
Mobiliario
Mobiliario afectivo
Mobiliario hospitalario
Biofilia
Diseño
- Rights
- openAccess
- License
- Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International
Summary: | La deriva no es solo un movimiento sin rumbo, es un estado de tránsito, de desplazamiento, de incertidumbre. En el mar, una embarcación que deriva está a merced del viento y las corrientes. En la vida, quienes derivan navegan entre territorios inciertos, entre lo que dejan atrás y lo que aún no encuentran. Este proyecto nace de esa intersección: del momento suspendido en el que el tiempo se vuelve más pesado, en el que el cuerpo se vuelve extranjero y el entorno, un espacio de espera. Esperar es habitar el vacío. Es estar en pausa cuando la vida debería avanzar. Pero la espera no es la misma para todos. A veces es breve, casi imperceptible. Otras, es un abismo. Henri Bergson decía que el tiempo es subjetivo, que se dilata o se comprime según nuestra percepción. En una sala de espera, un aeropuerto, una estación de tren, el tiempo puede sentirse interminable. Pero cuando la espera es forzada, cuando no hay certeza del después, cuando se convierte en una prisión invisible, deja de ser solo una pausa. Se vuelve un territorio emocional. La arquitectura y el mobiliario pueden suavizar o endurecer esa experiencia. Un espacio puede contenernos o expulsarnos, puede darnos refugio o hacernos sentir aún más ajenos. En muchos lugares, la espera no está diseñada para la comodidad, sino para la sumisión. Derivas es un proyecto que nace de la espera, pero no se queda en ella. Es un intento por diseñar para quienes transitan, para quienes han sido desplazados, para quienes buscan reconstruirse en medio del movimiento. Porque esperar no debería ser sinónimo de sufrimiento. Y el diseño tiene la capacidad de transformar el vacío en contención, la angustia en refugio, la incertidumbre en posibilidad. Este proyecto aborda la espera como un territorio emocional y social, especialmente en contextos de migración forzada y deportación. Parte de entender que la espera no es un tiempo muerto, sino un espacio intermedio que afecta la percepción del tiempo, la estabilidad emocional y la identidad de quienes la atraviesan. Se plantea cómo los centros de deportación son lugares diseñados para la vigilancia, no para el bienestar, y cómo el diseño podría aportar desde refugios emocionales y objetos adaptativos que acompañen estas esperas inciertas. A través de un marco teórico que recoge ideas de Bergson, Heidegger, De Genova, Bourdieu y Wilson, se vincula la espera con fenómenos de fragmentación identitaria, capital social y biofilia, proponiendo que el diseño puede mitigar la desconexión y contribuir a la salud mental en estos contextos. El proyecto concluye proponiendo una pieza móvil y adaptable, capaz de transformarse según las necesidades del usuario en tránsito, como un acto de resistencia y refugio emocional frente a la indiferencia institucional. |
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