La ciudad contra el campo

La Colombia colonial regida por virreyes, alcabaleros y frailes, fundó su economía en escasas faenas pastoriles que eran más pasatiempo de nuestros abuelos que correría económica, y en el laboreo de las minas, donde la carne de los negros inflaba las arcas de los chapetones y acrecentaba el afán imp...

Full description

Autores:
Jaramillo Ocampo, Hernán
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
1940
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/72097
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/72097
http://bdigital.unal.edu.co/36569/
Palabra clave:
Ciudad
Campo
Pueblos
Urbano
Campesino.
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:La Colombia colonial regida por virreyes, alcabaleros y frailes, fundó su economía en escasas faenas pastoriles que eran más pasatiempo de nuestros abuelos que correría económica, y en el laboreo de las minas, donde la carne de los negros inflaba las arcas de los chapetones y acrecentaba el afán imperialista de España. Contra los pilones de las rocas hostiles trabajaba una recua importada, que nunca supo de la vida cristiana y cuyo sudor recogían tres o cuatro ciudades antipáticas, encaprichadas en aclimatar las costumbres hispánicas y en gozar de los lujos y prebendas propios de una nación crecida. Hispánicas, fafaracheras y endomingadas nuestras pequeñas ciudades, aparecían en un todo divorciadas de la índole misma del pueblo, de la textura de la Colombia tropical. En esta forma fuimos preparando una línea divisoria entre la ciudad y el campo. Las ciudades progresan, se fundan nuevos pueblos, la conquista se realiza abriendo la selva para plantar moradas y clavar iglesias, mientras que en el campo reina la misma e irremediable soledad. Continúa así la lucha entre la ciudad y el campo, en la cual la primera resulta siempre triunfadora. Toda la riqueza rural está garantizando el progreso y embellecimiento de nuestras urbes, Así la despoblación de los campos no es un hecho tolerado por el país, sino preparado por éste. El traslado patrimonial del campo a la ciudad ha permitido que las clases urbanas se organicen.