Redes, ritmos y mosaicos rurales

Desde niño me preguntaba por qué había rieles olvidados que cruzaban los valles y montañas de Dosquebradas. Visité los fondos de valles cruzados por cristalinas quebradas en los tradicionales paseos familiares de olla y anduve en fincas cafeteras entre surcos sembrados. A pocos metros de la ciudad,...

Full description

Autores:
Londoño Gómez, César Augusto
Londoño Gómez, César Augusto
Tipo de recurso:
Fecha de publicación:
2016
Institución:
Universidad de San Buenaventura
Repositorio:
Repositorio USB
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:bibliotecadigital.usb.edu.co:10819/4684
Acceso en línea:
http://hdl.handle.net/10819/4684
Palabra clave:
Urbanismo
Territorio rural
Paisaje cafetero
Arquitectura del paisaje
Modelos morfológicos rurales
Usos y costumbres rurales
Arquitectura - Eje Cafetero (Colombia)
Redes rurales.
Catastro rural
Centros poblados rurales
Rights
License
Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 Colombia
Description
Summary:Desde niño me preguntaba por qué había rieles olvidados que cruzaban los valles y montañas de Dosquebradas. Visité los fondos de valles cruzados por cristalinas quebradas en los tradicionales paseos familiares de olla y anduve en fincas cafeteras entre surcos sembrados. A pocos metros de la ciudad, los grandes cultivos cafeteros desaparecían poco a poco y en familia reconstruíamos viejas historias de mis abuelos, recreadas siempre en cafetales, recolectores, veredas, fondas, poblados y cruceros de vías rurales. También, desde entonces, recorrimos en chivas y camperos las pronunciadas lomas hasta llegar a carrileras y cuchillas, donde me dejaba seducir por la grandeza del paisaje cafetero, siempre unido a la ciudad y siempre contiguo a ella. Entrar a montes espesos en el Alto del Nudo o el Alto del Toro y sentir el suave rumor en los guaduales, me hizo entender muy pronto que su presencia en la región formaba parte de una identidad natural transformada en cultural por su presencia en cada muro, cada cerca y cada banca de las fincas cafeteras y muchas casas urbanas. Los guaduales lloran porque tienen alma, como también hay alma en cada cuchilla, colina y montaña cafeteras.